

























Cada ciudad tiene su propio ritmo. Su corazón late con una velocidad u otra dependiendo de tantas cosas. Me encanta pensar que soy yo quien tiene que averiguar cuál exactamente es el ritmo de mi ciudad. Cuáles son sus costumbres, sus rarezas y sus días de la semana favoritas. Su carácter, su color,el timbre de su voz y su estilo de vestir. Por ejemplo, el dueño del bar de al lado de mi casa sale a fumar cada mañana a las 9 menos 5. Y hay días cuando fuma hacia el Mercado del Val. El humo cruza la calle y se ilumina con la luz del sol que intenta meter sus rayos entre las casas de la calle Francisco Zarandona. Es una foto que me gustaría hacer algún día. Me falta todavía mucho por aprender. La ciudad como Valladolid guarda su distancia. No le gusta abrir todas sus cartas desde la primera cita. Pero yo también puedo ser muy cabezota. No me rindo fácilmente.